Dora llega a mi casa y a mi vida y en pocas horas me roba el corazón.

El sábado pasado Dora llegó a nuestra casa, ya hacía una semana que la habíamos elegido, era la hembra más pequeña de la camada y la más tranquila también. Queríamos una hembra por que son menos territoriales y agresivas, más fáciles de domesticar y cuando tienen el celo no se pasa la vida marcando el territorio.
En principio yo había elegido llamarle Jara, pero a mi hijo le encanta la película la vida es bella y con Dora se ha quedado.


Desde que la vi, supe que era mi perrita, tranquila y mimosa, con manchas bien definidas, la punta de las orejas de pelo negro y el resto de machas blancas y canela, y a los dos lados de la nariz unas manchas rojizas que parecen sanos coloretes y en sus rodeando sus ojos manchas oscuras que parece que llevase un antifaz, las orejas oscuras y en el centro de la cabeza un mechón blanco y suave. La colita hacia arriba como es normal en esta raza.


Pues si, yo que no quería perros en un piso, que solo veía inconvenientes, que nunca quise que en casa entrase otra mascota que las tortugas o los peces, me he comprado una perrita, una shih tzu, que cumplirá los dos meses el día 14, nació en marzo por lo tanto es piscis como yo, apenas pesa 1 kilo y 100 gramos y desde el sábado que llegó a casa nos ha robado el corazón a todos.


No importa que estemos todo el día con la fregona y que tenga que recoger todas las alfombras por que ha decidido que ese es el lugar que mas le gusta para hacer sus cosas, no importa que las que tengan flecos se conviertan en su juguete preferido para afilar sus pocos e incipientes dientecillos. No importa que para evitar que llore tuviese que regalarle mis zapatillas por que es su lugar preferido para dormir, acurrucada entre ellas después de mordisquearlas, no importa que confunda los peluches que hemos puesto en su camita con hermanos que le hace compañía, no importa que sea necesario hacerle correr ya que hasta dentro de un mes cuando terminemos con las vacunaciones no podrá salir a la calle, no importa toooooooooooooooooooooooda la cantidad de cosas que es necesario comprarle y en algunos casos por duplicado para tenerlo en las dos casas, y es que amigas la de cosas que necesitan los cachorros hoy en día, que si empapadores para que no manchen el coche, que si correa para atarlo al cinto de seguridad del coche, arnés, correa, comederos de aluminio para que no se estropee su nariz, peinas y rasquetas y cepillos para peinarle la carita, las orejas, las patitas, el lomo y todo el cuerpo. Que si juguetes de los que hacen que busque su comida, de los que hacen ruido o ruedan, aunque para ella ahora todo lo que le quepa en la boca es un juguete genial, y bajos de pantalones y zapatillas son fabulosos para ser mordidos. Que si mantitas, que si camita, que si cepillo de dientes, champú, colonia para perros, toallitas para limpiarla hasta que se le pueda bañar, que si pienso y no se cuantas cosas más.
Pero lo mejor de todo es que algo tan pequeñito nos ha robado el corazón, apenas lleva dos días en casa y esta mañana cuando me he levantado me ha recibido moviendo su pequeña colita y jugando con el bajo de mi pantalón del pijama, ha desayunado mientras yo desayunaba y mientras me duchaba tras la mampara lloriqueaba por no verme y por que supongo que le molestaba el calor y el olor de geles, champú, cremas y demás tonterías de los humanos.




En cuanto a mi nieto adora a los perros y en cuanto la vio se empeñó en darle de comer en la boca y de beber de su bebedero portátil.
Tener un perrito es una gran responsabilidad, pero desde que me dejaron cuidando la perrita de la novia de mi hijo un día no me he podido resistir y tanto mi hijo, mi nieto y yo estamos muy ilusionados y convencidos de que a pesar de que seguro que tiene muchos inconvenientes, es tan graciosa, tan bonita y tan cariñosa que merece la pena haberle abierto nuestra casa y nuestro corazón, el resto de la familia seguro que pronto pensará igual.


Por eso este fin de semana tan solo he podido hacer el bloque del Dear Janne y un llavero para las llaves del coche al que le falta poco para terminar.